Un espectáculo de Fuerza Bruta

Hoy os voy a hablar de un espectáculo que mucha gente me recomendó nada más llegar a Buenos Aires y al que tuve la suerte de poder asistir en una de sus últimas representaciones en la capital: FUERZA BRUTA. Cuando le pedía referencias a la gente, todos me decían que no me lo podía perder, que era un show único pero que no me podían dar detalles, que estaba recopado y que lo tenía que descubrir in situ. Daba igual si iba sola o acompañada pero me lo iba a pasar genial. Como consejo me decían que llevara una camiseta para cambiarme porque me iba a mojar, pero que merecía la pena totalmente. Así que nada, buscamos las entradas por Internet y al centro cultural de Recoleta que nos fuimos a ver la función.

Entradas del espectáculo.

El 'teatro', si es que se puede llamar así, era una amplia sala pintada de negro con techos altos y lo más curioso es que no tenía asientos. Por lo que las 50 personas que asistimos al evento nos hacinamos allí hasta que comenzaron a apagar las luces y a subir la música. Porque arriba, en una esquina de la sala, había un DJ. De repente de un lateral comenzó a soplar viento acompañado de unos papelillos. La cosa se iba animando. Y el actor principal salió a escena corriendo en una cinta de estas como las de gimnasio pero con capacidad para 5, que era todo el elenco. El hombre se llevó un rato allí corriendo: le llovió, le hizo viento, le paso gente de cerca, le pusieron obstáculos, se tropezaba... Todo con una música electrondancehousemix bastante cañera y efectos de luz tipo relámpagos de discoteca.


Actor principal en la cinta transportadora


Combatiendo viento, agua y papelillos.

De repente todo se apagó y cambio el escenario. De una de las paredes del recinto aparecieron colgadas lateralmente 2 bailarinas que corrian una detrás de la otra gritando, jugando, saltando, dando volteretas... Tanto su vestuario como el decorado era muy idílico, faldas vaporosas, una tela flotante que colgaba de la pared, la música también era más calmada. Y a los pocos minutos vuelve a cambiar la escena, sale de nuevo el actor principal corriendo en la cinta. Se agobia. Le ponen obtáculos, mesas, sillas, incluso tiene que atravesar algún que otro muro de porexpán hasta que cae al suelo.

Actor principal rodeado de sillas y mesas

Desaparece la cinta y aparecen los actores que se mezclan con el público derrochando papelillos, estampándote cajas con confeti en la cabeza, correteando, saltando alocadamente. ¡No entendíamos nada! Los actores nos invitaban a bailar con ellos, el público se lo tenía que pasar bien, tocábamos las palmas, saltábamos...

- Che, te la robo un minuto no más.

Y se llevaron a una de las nuestras. Entonces una lona como de papel de plata plastificada cayó del techo y empezó a recorrer la sala barriendo nuestras cabezas. Se podía tocar sin problema, de hecho todo el mundo lo hacía pero te arriesgabas a que en una de estas cambiase de dirección y te diera un latigazo. Experiencia propia. En el escenario principal aparecieron los actores como si encerrados en un ascensor y se produjo la aparición estelar de nuestra becaria.


Podemos ver al fondo a la becaria con minifalta vaquera y medias oscuras.

Tenía que bailar, botar, disfrutar del estar ahí arriba y no asustarse cuando le cayera una placa de porexpan con un aluvión de papelillos del techo. Yo la vi integrada.


Escenario con los actores bailando y público.

Actores bailando enloquecidos.

Tras una coreográfica totalmente sincronizada pero sin pies ni cabeza de los actores en el escenario, la atención del público se dirigió al techo de la sala. Como por arte de magia apareció una piscina de metacrilato ahí arriba, y varias bailarinas se dedicaron a tirarse en plancha, resbalar por el suelo, chapotear y jugar con el agua.



Nadadoras en la pileta del techo.

Coreografía en el agua.
Todo con un juego de música y luces espectacular. La piscina comenzó a descender hasta quedarse a un palmo de nuestras cabezas. Las nadadoras seguían tirándose al agua con tal fuerza que parecía que iban a romper el cristal, pero gracias a Dios no fue así y la pileta comenzó a subir de nuevo.


La pileta se nos viene encima.

El final de la obra fue similar al principio, los actores corren en la cinta transportadora, suben unas escaleras y se tiran al vacío. ¿Alguien ha entendido algo? Yo creo que no, pero es todo tan diferente, tan inesperado, tan impactante que deja muy buena sensación. Una vez se retiraron los actores y tras la ovación del público, el DJ de la sala puso un temita y empezó a llover, con la suerte que el caño más gordo de agua lo teníamos justo arriba y nos calamos enteritos!



Empapaítos!!
Con el cartel de la compañía.
Show must go on.......!
Lola.

Todo un clásico

Ni que decir tiene que Argentina es una de las mecas del fútbol, tanto por la calidad de su selección y jugadores que exporta al extranjero, como por la pasión que despierta el deporte entre los argentinos. Aunque más que pasión por el fútbol yo diría que es fanatismo, rivalidad entre equipos y obsesión por conseguir el triunfo.

Ayer martes a las 19h se disputaba el Superclásico en el Monumental: River Plate VS Boca Juniors. Pensaréis que era un día y una hora un tanto extraños para jugar un encuentro de tal magnitud, pero el sábado el estadio del River estaba ocupado con otro gran acontecimiento: el concierto de los Jonas Brothers. ¬¬

El ambiente estaba caldeado desde hacía un par de semanas. Ambos equipos se encuentran en la zona baja de la clasificación y necesitaban ganar para alejarse de los puestos del descenso. Incluso el técnico del Boca estaba en la cuerda floja y su futuro dependía del resultado.

A las 4 de la tarde y estando yo en la oficina, se empezaron a escuchar sirenas de policía, pitos, gritos y el rugir de una decena de autobuses que conducían a una parte de la hinchada del Boca Juniors a la cancha del River Plate. El despliegue policial era extremo, una fila de coches por delante y otra por detrás de los autobuses impedían que el desfile se mezclara con el tráfico. También había motos que escoltaban a los autobuses pintados en amarillo y azul y que transportaban a los barra brava con medio cuerpo asomando por la ventanilla y entonando cánticos como posesos.

La 12, que es como se conoce a la hinchada del Boca por ser el jugador número 12, tenía un aforo muy limitado en el campo, sólo 2.500 privilegiados podían asistir al partido. El resto hasta 66.000 estaría ocupado por los borrachos del tablón. Los locales lo tenían todo a favor y recibieron a su equipo con un festival de papelillos desde la grada.

Yo ni me planteaba asistir a la cancha, con verlo en algún bar que estuviera ambientado me conformaba, y eso hice. Pero me llevé una decepción porque encontrar un bar ambientado no fue tarea fácil. Yo no sé si es que la gente estaba aún trabajando, o simplemente lo ve en sus casas, pero mucho ambiente futbolístico como que no había. Según el concepto que yo tenía del fútbol en Argentina esperaba más expectación, más aficionados en la calle y un paro total del país a la hora del encuentro. Por el contrario la gente seguía con su rutina habitual y en los establecimientos públicos sólo se concentraba un pequeño número de espectadores. El bar en el que entramos estaba plagado de pantallas y nos colocamos frente a la más grande para no ser menos. Un par de Quilmes y ¡a ver el partido!

Becaria PromoMadrid viendo el partido.

Yo junto a la pantalla gigante.


¿Ambiente? del bar.
En mi humilde opinión el River jugó mejor, creó más oportunidades y estuvo presionando hasta que llegó el gol de la victoria, al comienzo de la segunda parte. (Los minutos posteriores al gol fueron bastante tensos, incendiaron la grada con bengalas y las tiraron al terreno de juego, supongo que el autor del tanto fuera un ex del Boca influyó un poco). Por su parte el Boca no hizo más que intentar defenderse jugando de manera desorganizada.

Hasta el último minuto ambas aficiones se dejaron la garganta animando pero una vez el árbitro pitó el final los bosteros se fueron silenciosamente a casa y los gallinas viejas lo celebraron a puro cantito.


Despedimos la conexión hasta el próximo encuentro.
Lola.-

Escapada a Chile (II) - Valparaíso y Viña

Para el domingo habíamos planeado una excursión a Valparaiso, ciudad costera del Pacífico de la que todo el mundo nos había hablado maravillas y quisimos comprobarlo por nosotros mismos.


Casitas de colores en Valparaíso

La Paz y Buenos Aires en el cerro Concepción

Callejeando

Subiendo escaleras

Sí, había casitas de colores bastantes monas y tal, un gran puerto pesquero y un calor incompatible con las escaleras y cuestas del lugar. Pensábamos que sería un pueblo más 'de domingueros', con su playa, su paseo marítimo y sus chiriguitos, pero para eso había que ir a Viña del Mar. Dio la casualidad que el bus que pillamos lo conducía el primo lejano de Valentino Rossi y el trayecto se hizo tan corto e intenso que al bajar no sabía si besar el suelo o dar las gracias por haber sobrevivido.

Viña del Mar

Paseo marítimo

El momento más esperado del día

En Viña pudimos meter los pies en el Océano Pacífico y disfrutar de la brisa del mar mientras nos tomábamos un heladito. A la vuelta por petición popular buscamos al autobusero kamikaze, pero no hubo suerte. Y eso es todo lo que dio de si la excursión, creo que teníamos demasiadas expectativas y el día se nos hizo largo, para rematar tuvimos que esperar hora y pico para pillar el bus de vuelta a Santiago pero una vez allí fuimos a cenar a Telepizza!! Sí, como lo leéis, la franquicia ha llegado hasta Chile ofreciendo pizza, bebida y patatas por 3 euros al cambio, ya podían en España hacer algo así...

Antes de ir a dormir nos tomamos una birrita en el bar de al lado del hostel, donde los IC3X bolivianos ya se había hecho colegas del encargado que era un personaje de los buenos.

El último día en Santiago resultaba ser feriado por lo que si el sábado nos pareció una ciudad tranquila, aquí ya se podía decir que era una ciudad fantasma. Intentamos ir a la casa de Neruda para visitarla por dentro, pero los lunes y más aun los feriados no abre, así que nos fuimos al cerro de Santa Lucía a hacer un pinnic y a alimentar a un perrillo con nuestras sobras.

Resumiendo,
- En Chile hay que tener mucha paciencia en los restaurantes y bares: pueden tardar del orden de media hora o tres cuartos en traerte la cuenta y hay veces que incluso entrando en el establecimiento con cara de hambre los camareros ni te dirigen una mirada.
- En Chile nunca andarás solo: siempre habrá un perrillo fiel que te siga a todas partes con sus pulguitas y sus bichitos.
- En Chile cruzar la calle es simple: si el semáforo está verde cruzas, y si no lo está, miras a un lado a otro y si no viene nadie, cruzas. Nada de jugarte la vida en cada paso de peatones, ni cruzar la calle corriendo literalmente cuando el semáforo esta verde.
- En Chile hay 2 tipos de autobuses: los urbanos que van a 100 km/h por las avenidas y los omnibueses mulliditos que te llevan de una ciudad a otra y te quedas sopa en seguida.

Os dejo una foto de un amigo que hicimos en el país, besos a todos!!
Lola.-

Escapada a Chile (I) - Santiago

Las 6 de la tarde era la hora prevista en la que un Remis (taxi que se contrata para ir al aeropuerto) iba a estar en la puerta de mi casa con el motor encendido y el tanque lleno de gasolina, pero como las cosas no siempre salen como las planeas, a las 17.58 recibimos una llamada del taxista diciéndo que había tenido un problema con el taxi y que tardaría entre 40 minutos y una hora en llegar.

Empezamos bien la aventura... Diluviando como estaba, un viernes por la tarde en Buenos Aires es dificil encontrar un taxi libre y mucho más un taxi que quiera emplear su tiempo en llevarte hasta el aeropuerto y encima decida no cobrarte un pastizal. Pues lo encontramos! Y tras hora y media de callejear por la ciudad (aquí lo de las circunvalaciones aun no se ha inventado) y de hacer cola en un peaje que tenía 10 carriles, conseguimos llegar al aeropuerto, imprimir las tarjetas de embarque, rellenar los datos de la aduana y subirnos al avión.

Del vuelo sólo resaltaré las turbulencias que hubo al cruzar los Andes, yo ya me veía comiendo carne humana, y lo brusco del aterrizaje. Por lo demás bien. Cuando llegamos un señor muy amable nos gritó desde la otra punta del aeropuerto si eramos las españolas que venían de Buenos Aires, era el taxista amigo de los IC3X de Chile que había venido a recogernos. Muy apañao el hombre nos dejó en el hostal y nos contó que se hacía el camino al aeropuerto unas 18 veces al día de media, q moral...

El primer día en Santiago de Chile teníamos planeado hacer el Free Tour por la ciudad y encontrarnos a media mañana con los becarios de La Paz, Bolivia, que venían a pasar el finde con nosotras. Así, el guia nos llevó por los principales puntos de la ciudad: la casa de la Moneda, la Catedral, la Universidad, el barrio de Bellavista, la casa de Pablo Neruda... Fuimos descubriendo que Santiago es una ciudad tranquila pero tiene su encanto y que vayas donde vayas siempre habrá un perro que te siga.

Becarias IC3X enfrente de La Moneda
Callejeando con el Free Tour

Yo y mi llama que llama se llama...

Despues del tour, que duró sus 4 horas, y aprovechando que el día estaba despejado, subimos al cerro de San Cristóbal para disfrutar de unas vistas increíbles de la ciudad con los Andes de fondo. Nos dijeron que habíamos tenido mucha suerte porque el día anterior había estado nevando en la sierra y por eso se venía todo tan blanquito. Fuimos a comer a un sitio tipico chileno que nos recomendó el guía pero la verdad es que no estuvo muy acertado porque las chorillanas no se parecían en nada a lo que él nos describió durante la visita... Menos mal que ganó el Madrid porque sino más de uno hubiera salido cabreado del restaurante.

En el cerro de San Cristóbal

En el cerro otra vez

Con el río Maipu y los Andes de fondo

La tarde la pasamos paseando y descansando un poquito en el hostal para coger fuerzas para por la noche ir al garitazo de moda en la ciudad. "Constitución" no tiene muy buen aspecto por fuera, es una puerta de garaje y el cartel me atrevería a decir que es un cartón escrito a mano, pero por lo visto es lo más 'in' de Santiago por lo que no nos lo podíamos perder. El garitazo, que así es como lo bautizamos, es amplio y a primera hora de la noche hay mesas en las que es mejor no sentarse si quieres que te atiendan rápido. Nosotros pecamos de ingenuos y tuvimos que esperar unos 40 minutos para poder hacer un brindis con un Pisco Sour (bebida de origen peruano que se bebe mucho en Chile). Cuando nos echaron de la mesa nos fuimos a otra sala del garitazo, ésta con sillones, gran fallo. Reconozco que el garitazo me defraudó un poco y pegué un par de cabezadas así que pillamos un taxi y nos fuimos hacia el hostal al poco tiempo.

Momento de tensión: el taxi en lugar de seguir recto por Alameda, tuerce sospechosamente a la derecha y se aproxima a una carretera desconocida y medio deshabitada. Gracias a Dios solo estaba dando una vuelta un poco más larga para sacarnos algunos pesos de más, ufff!

Y hasta ahí el primer día en Santiago de Chile, dejo el resto para otra entrada por eso de no aburrir. Saluditos!
Lola.-