Descubriendo Perú (Parte II)

La segunda parte del viaje por el país del pisco la dediqué a hacer un curso intensivo sobre la cultura incaica. Con campamento base en la ciudad de Cuzco, a 3400 metros sobre el nivel del mar, el primer día los alumnos más avanzados realizamos un tour por el Valle Sagrado.

Empezamos por la ciudad de Písac y sus restos arqueológicos entre los que destacan las terrazas para cultivo agrícola en la ladera de la montaña. Continuamos visitando la ciudad-fortaleza de Ollantaytambo abandonada a medio construir sin razón conocida hasta el momento. Y por último terminamos ascendiendo a Chincheros y coincidiendo, de purita casualidad, con una procesión de Semana Santa.



Terrazas en Písac y Fortaleza de Ollantaytambo


Mercado textil de Písac y Semana Santa en Chincheros

El segundo día del curso, ya con la clase al completo, anduvimos por la ciudad de Cuzco visitando la Plaza de Armas, la catedral y callejuelas cercanas. El primer examen se complicó más de la cuenta y algunos pasamos la prueba de las brochetas de alpaca pero el tan famoso, que no delicioso, cuy le costó un disgusto a más de uno.


Clase al completo en la Plaza de Armas de Cuzco. Prueba del Cuy

Por la mañana tempranito salimos en minibus hacia Ollantaytambo y de allí fuimos en el tren hacia Aguas Calientes bajándonos 8 kilómetros antes de llegar. Justo ahí comienzó el examen final que sería una caminata de día completo hacia el asentamiento inca. El equipo estaba formado por 8 intrépidos aventureros y una profesora nativa especializada en la materia.


Recién bajados del tren y alistados para comenzar la aventura

Una vez alistados con litros de crema solar y loción antimosquitos echamos a andar por un escarpado camino en la ladera de la montaña. Para recuperar el aliento entre escalón y escalón, la profesora Juana Sonia nos explicaba cómo transportaban los incas la roca desde las montañas hasta el asentamiento, la cantidad de variedades de papas que se cultivaban en Perú y que aunque este año se cumplía el centenario del descubrimiento de Machupicchu, aún se desconocía el porqué del abandono de la ciudad. Se barajaban 3 teorías: epidemia, invasión enemiga o muerte del soberano, pero a día de hoy no se sabían las causas exactas.


Con la profe Juana Sonia en un parada técnica

Y bueno, ni los trastornos intestinales ni el mal de altura, ni siquiera animalillos salvajes como tarántulas o culebras evitaron que alcanzáramos nuestra meta. Justo antes de la puesta del sol llegamos a Machupicchu con una sonrisa de oreja a oreja.


Sobran las palabras

Despues de tanto esfuerzo no nos quedaba otra opción que cenar, ducharnos e irnos a dormir ya que al día siguiente, para subir nota, tendríamos que madrugar de nuevo. Y digo madrugar por llamarlo de alguna forma porque levantarse a las 3am es algo más que eso. El Waynapicchu es el monte que está justo detrás del poblado de Machupicchu y que sale en todas las fotos. Se tarda una hora en subir a su cima a pie y ofrece una panorámica del lugar bastante impresionante. El único problema (aparte de la verticalidad del camino y la falta de oxígeno) es que para preservar el entorno solo admite 400 visitantes al día. Así que hubo que hacer 3 horas de cola para conseguir la entradita.


Estación de bus de Aguas Calientes, 3am

Pero mereció la pena. Tras una visita guiada al interior de Machupicchu, la profesora nos dió tiempo libre para subir al monte y cada uno a su ritmo conseguimos superar la prueba. Ni asma, ni vértigo, ni agujetas. Subir al Waynapicchu fue pan comido.


Objetivo conseguido

Al finalizar el curso nos dieron la acreditación correspondiente y tras despedirnos de la profe volvimos al campamento base con la alegría de haber conseguido el objetivo. Ducha, cena y a dormir que la vuelta a Buenos Aires iba a ser dura.

The End.
Lola.-

Descubriendo Perú (Parte I)

Sábado 16 de Abril, 5am. Partimos en remis hacia el aeropuerto de Ezeiza mientras otros iban de regreso a casa después de una gloriosa noche de fiesta. Tras 4 horas en un vuelo de semilujo nos encontramos en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez de Lima a los becarios de Bolivia y Perú. Rápido intercambio de saludos, consejos y llaves y ya estamos camino del centro de la capital peruana para hacer un poco de turisteo.


Almorzamos como reyes ceviche y otras delicias de pescado que tanto se echan de menos en Buenos Aires y de ahí fuimos a la Plaza de Armas con la intención de tomar un café y ver el Madrid-Barça. Pero el clásico peruano tenía colapsadas todas las televisiones. Cambiamos café por Inca Kola y chicha de mora. En el taxi de vuelta a casa nos cuelan 40 soles falsos que tendremos que colocar por ahí. Tras una cena nada peruana nos vamos a la cama que al día siguiente hay que madrugar.


Domingo 17 de Abril, 7am. Partimos en taxi hacia la estación de autobuses de Lima mientras la gente ya está haciendo footing por el malecón. Tras 4 horas en un autobús de dimensiones limitadas llegamos a Ica, pueblo en el que la principal atracción turística éramos nosotros.

Almorzamos por el módico precio de 8 soles papas a la huancaína, milanesa de pollo con arroz y bebida. De ahí vamos al hotel situado en el oasis natural de Huacachina en medio de un mar de dunas. Baño en la piscina y excursión en buggie a toda velocidad por las dunas. (Para mi creo que íbamos demasiado rápido pero es que nunca me gustó la velocidad.) Barbacoa en una terracita para cenar, degustación de Pisco Sour y Mojitos y a domir.


Lunes 18 de Abril, 8am. Partimos en micro hacia Paracas, mientras los motocarros y minitaxis abarrotaban ya las calles del pueblo. Tras 40 minutos en lancha con el sol de cara, nos acercamos a Isla Ballestas donde a parte de miles de millones de aves, pudimos ver pingüinos y leones marinos.


Almorzamos un suculento arroz con frutos de mar y apuramos un último baño y unos rayitos de sol antes de volver a Ica para tomar el bus que nos dejaría en Lima ya entrada la noche. Hay que descansar porque al día siguiente cambiamos de tercio.

To be continued...
Lola.-

Reflexiones a mitad de camino

6 meses en una ciudad dan para mucho. Ya te mueves sin dificultad en todos los medios de transporte, puedes comparar precios en los supermercados, conoces a gente de allí, bares, restaurantes... Yo en este tiempo he visto muchas cosas que han captado mi atención pero bueno, sabéis que soy de pueblo y además fácilmente impresionable.

Como en todas las capitales en la vía pública como peatón, eres invisible. Da igual que esté tu semáforo en verde, que haya un paso de peatones y que hayas mostrado la intención de cruzar, si viene un coche, él siempre tendrá preferencia. Aunque realmente el semáforo del peatón no es verde, aquí el monigote es blanco y casi desde que aparece está parpadeando. Otra cosa rara es que los semáforos antes de cambiar de rojo a verde pasan por el ámbar, pero eso ya lo había visto en Inglaterra.

Las autopistas del conurbano suelen tener bastantes carriles y la circulación, si no es hora pico o te encuentras con un piquete o accidente, suele ser fluída. Hasta ahí no hay nada extraño. Lo que me resulta asombroso es el jaleo que se forma en los peajes, que aun teniendo unas 10 ventanillas en cada sentido siempre hay colas. Y lo mejor de todo es que cuando se forman las filas de coches, y estás parado más de 2 minutos todos los coches empiezan a pitar y se tienen que abrir las barreras, por ley. A nosotros nos pasó una vez y justo en el momento de pasar la barrera bajó y tuvimos que pagar los 4 pesitos de rigor.

He aprendido que para ir al supermercado tienes que ir sin prisas y con mucha paciencia. Sobre todo los días del jubilado, cuando las colas se abarrotan de señoras que revisan hasta el último centavo de su cuenta y presentan todo tipo de tickets descuento que ya me gustaría a mi saber cómo los consiguen. También está el día de las tarjetas de débito y el de las de crédito. Y bueno, del hecho de que te pregunten si un pago de 100 pesos (20 euros) lo quieres pagar en cuotas ya hablaremos otro día...

Tengo entendido que cada edificio es el responsable de mantener su trozo de acera en buen estado. Bueno más que el edificio, la comunidad de vecinos. De ahí que haya tramos en los que las baldosas están sueltas y vas jugándote la vida a cada paso. Además como haya llovido te salpicas enterita. Me recuerda a la gaditana calle Sacramento cuando iba yo a la universidad... Ah! Otra costumbre que tienen los encargados de los edificios por aquí es el regado matutino. Sí, muy higiénico y tal pero cuando te mojan los pies ya no te parece tan buena idea.

En la mayoría de los edificios el interfono, portero o telefonillo está de adorno. Es cierto que te vale para saber quién te llama y hay veces que hasta lo puedes ver en la tele si tienes el canal sintonizado, pero lo que viene siendo el botón para abrir la puerta... ¡no funciona! Si tienes un encargado buena gente y disponible las 24h pues no pasa nada, él abrirá la puerta si tú lo autorizas. Otra cuestión es que desde dentro del portal no se pueda abrir la puerta si no es con llave. Muy útil desde el punto de vista de la seguridad pero un coñazo si cada vez que tienes visita has de bajar a abrirle cuando se marchan.

Y bueno, que en los restaurantes te invitan obligatoriamente a dejar propina es algo a lo que no me acostumbro. Tampoco a que un desconocido me deje subir al bus primero aunque haya llegado la última. Y que paseando por la calle te digan 'me matás con esa sonrisa' creo que me sorprenderá siempre. Ya véis que quitando que el agua de los desagües gira en el sentido de las agujas del reloj y que la luna creciente tiene forma de C, no hay tantas diferencias... ¿o sí?

Lola.-