Prêt à porter

En cualquier esquina del barrio de Palermo...

- ¡Eugenia! ¿Qué tal, cómo andás?
- Hola Graciela. Todo bien, ¡tanto tiempo! ¿Qué hacés, de dónde venís tan cargada?
- Recién vengo de los outlets de Córdoba, de hacer unas compras de temporada. ¡Mirá la pollerita que me compré!
- Ah, pero qué linda... Te combina con la remerita que tenés puesta ahora.
- Sí y con esta musculosa que encontré a mitad de precio.
- Re linda también. Yo tengo unos tacos del mismo color. ¡Pedímelos cuando quieras!
- Obvio. Estuve buscando unos pero no hubo chance.
- Y bue...
- Ya sé, viste las ojotas que le compre a mi novio? Me salieron re baratas.
- ¿En serio? Yo estoy buscando una chomba y una camperita para Lautaro, cumple años la semana próxima.
- Andate al paseo de compras Aguirre que allá hay muchos locales y están mucho más barato que en el shopping. Seguro que encontrás algo. Hay buzos y cintos re contra baratos. Yo compré también este jean para Lisandro.
- Ay sí, boluda, ¡es divino! Esta semana voy sin falta.
- Che te dejo que se me hizo re tarde, ¡nos estamos viendo!
- Chau, ¡nos vemos!


rebajas en argentina

¿Habéis entendido algo?
Lola.-

Navidades cariocas

Y digo Navidad por decir algo porque la sensación festiva esos días brillaba por su ausencia. Aunque he de reconocer que en Río de Janeiro se toman en serio lo de decorar balcones y portales con todo tipo de luces y adornos navideños. Pero yendo en chanclas, shorts y camiseta de tirantas no puede ser navidad. No a 40 grados y mucho menos en la playa bebiéndote un coco...

Son mis terceras Navidades fuera de casa y algo tenía que hacer para que no se notara tanto la ausencia de la familia, para no pensar que mis amigos estaban cantando "Madroños al niño" en cualquier zambomba jerezana, para quitarme de la cabeza el jamón y los langostinos. Y sí, Brasil era la mejor opción para desconectar de todo eso.

En 4 días por tierras cariocas he paseado por favelas, bebido caipirinhas en la calle y cerveza helada en bares muy auténticos, probado las bolinhas y la feiçoada y sobretodo he saciado un poco el mono de playa que era mi principal objetivo.

Sí, se puede decir que he descubierto playas nuevas con vistas impresionantes al Pan de Azúcar y al Cristo Redentor pero en las que la basura deslucía mucho. Arena fina y blanca, casi harinosa pero repleta de todo tipo de envases, plásticos y demás porquerías. Realmente una pena.

Playa de Flamengo


Entre otras cosas he subido en autobuses urbanos donde se podía pagar con un billete de cualquier tamaño y no te ponían pegas con el vuelto, pero a cambio te hacían cruzar un torno estrecho, chirriante y oxidado entre los vaivenes y frenazos que daba el autobús, prueba de alto riesgo, ¡eh! Desde aquí me gustaría hacer una mención especial a ese insecto gigante que se coló por la ventana y nos regaló unos minutos de pánico y risas descontroladas. ¡Gracias!

Y por último me han enseñado el lado nocturno del barrio de Lapa con sus puestos de caipirinhas de mil y un sabores bajo los arcos a precios populares, las calles a reventar de gente, las tamboradas espontáneas, los bares con samba y bossa en directo... Tan lleno de vida!

Resumiendo, he formado una nueva y mejor visión de Río de Janeiro y los cariocas, una ciudad que invita a perderse en ella pero sabiendo por dónde te metes.

Muitos beijos!
Lola.-